sábado, 11 de diciembre de 2010

La Última Cima


Voy al cine más o menos una vez cada tres años. No exagero, es verdad. Dos buenos amigos, Carlos y Netzi, tuvieron la genial idea de recomendarme esta película: "La última Cima", y con su recomendación me obligaron a re-encontrarme con una sala de cine, posiblemente para volver en unos 2 o 3 años nuevamente.

Así las cosas, mi análisis de lo visto, jamás pasa por ser el exhaustivo juicio de un tipo que regularmente asiste a mirar el cine y tiene la capacidad de distinguir entre una buena película y una mala. Lo mío, simple y sencillamente es un golpe emocional, un agradecimiento con la vida por la noche que le dediqué a mirar la historia del padre Pablo Domínguez.

Estoy cansado de leer noticias, de mirar noticieros, donde continuamente se crucifican a los sacerdotes que han cometido errores, los pederastas, los que no consiguieron dar ejemplo en medio de los hombres y los que por una u otra razón fallaron en su vocación. Esta película no sólo nos recuerda a Pablo Domínguez, un ejemplo de apóstol de Cristo, sino que es un bálsamo en medio de las piedras que recibe día a día la Iglesia, para recordarnos que existen miles de sacerdotes comprometidos con Cristo, que miles de sacerdotes trabajan día con día en la difícil tarea de llevar hombres a Dios, secando las lágrimas de los que sufren, sumidos en sus confesionarios dando una palabra de aliento a los pecadores, y recibiendo la fuerza de la eucaristía diaria a la que con costos asisten unos cuentos feligreses.

Lo más lindo de todo, fue darme cuenta que la sala de cine estaba llena, repleta, no quedaron espacios. Eso me confirma que en medio del bullisio, del ir y venir del mundo en el cual se deja a Dios de lado, aún quedamos muchos, que le dedicamos una noche de sábado a pensar en los curas, en la Iglesia, y juntos tratamos de ver las cosas grandes que ha hecho la Iglesia y no los pequeños lunares de los que fallan.

Hoy me pregunto que hubiese sido de la Iglesia primitiva, si en vez de anunciar a Cristo se hubiese quedado lamentándose por el fallo de uno (Judas). Sin duda la fe no habría llegado hasta nuestro tiempo.

Así es hoy en día, no podemos detenernos para llorar por los sacerdotes que han fallado, sino que debemos levantarnos a dar un aplauso a todos aquellos que día con día entregan su vida al servicio de Dios y los hombres, a todos aquellos que no salen en las primeras páginas de los periódicos, sólo por el hecho que aún no han fallado, por el hecho de seguir fieles a Cristo.

Hoy no sólo me acuesto pensando en Pedro Dominguez, sino en todos aquellos Santos sacerdotes, que siguen dando la vida por Cristo, hasta llegar a la última cima.

Les dejo un pequeño video para que se animen a verla:


jueves, 23 de septiembre de 2010

El Sagrario en su lugar


El sagrario definitivamente es lo más sagrado que se puede encontrar en nuestro Templos. Es el lugar por excelencia donde Jesús Eucaristía es reservado para la comunión fuera de la Misa, y para el culto y adoración de los fieles. Por cierto, ¡como falta en muchos lugares fomentar la adoración al Santísimo Sacramento del altar!.

Pero, ¿cuál debe ser su lugar? Y me hago la pregunta, porque tristemente en muchos Templos el sagrario ha sido relegado a un rincón. Sí, a un rincón, dejándole el lugar principal, el del centro del presbiterio, a la silla donde se sienta el sacerdote. ¿Quien es más importante? ¿Cristo Eucaristía o el Sacerdote? No hace falta responder la pregunta, todos sabemos la respuesta, entonces, ¿porqué hemos desplazado el Sagrario del centro del altar?, del lugar donde todos los fieles pueden mirarlo y adorar a Cristo, para ponerlo a un lado, como relegado, como si fuera un estorbo. Desgraciadamente, eso ha sucedido porque a muchos sacerdotes se les ha olvidado que el centro de nuestra celebración Eucarística es Cristo y no ellos, y han querido robarle el lugar al sagrario colocando su silla en ese lugar. Nuevamente, más de las improvisaciones de aquellos que entendieron mal el Novus Ordo Missae.

Conviene hacer referencia a las normas litúrgicas vigentes: El Código de Derecho Canónigo, establece en el Canon 938 que “El sagrario, en el que se reserva la santísima Eucaristía, estará colocado en una parte noble de la iglesia u oratorio destacada, dignamente adornada, apropiada para la oración.”. De lo anterior se desprende que podría estar en una capilla anexa y no en el altar principal. Pero sino existe Capilla anexa, ¿de donde han entendido algunos que lo conveniente es colocar el sagrario a un lado y la silla de quien preside en el centro del altar? Vuelvo a la misma pregunta ¿Quién es más importante, Cristo, o el que celebra? ¿Con quién nos vamos a encontrar en la Misa, con Cristo o con el Sacerdote?

No hace falta mayor conclusión, en mi humilde opinión, sino existe Capilla Sacramental (capilla del Santísimo), el lugar del sagrario debería ser en el Centro del Presbiterio, y no relegado a un lado, porque definitivamente el Centro del Presbiterio es el lugar “más noble”.

Por último les dejo un párrafo de la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL SACRAMENTUM CARITATIS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI:

“Sobre la importancia de la reserva eucarística y de la adoración y veneración del sacramento del sacrificio de Cristo, el Sínodo de los Obispos ha reflexionado sobre la adecuada colocación del sagrario en nuestras iglesias.[196] En efecto, esto ayuda a reconocer la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. Por tanto, es necesario que el lugar en que se conservan las especies eucarísticas sea identificado fácilmente por cualquiera que entre en la iglesia, también gracias a la lamparilla encendida. Para ello, se ha de tener en cuenta la estructura arquitectónica del edificio sacro: en las iglesias donde no hay capilla del Santísimo Sacramento, y el sagrario está en el altar mayor, conviene seguir usando dicha estructura para la conservación y adoración de la Eucaristía, evitando poner delante la sede del celebrante. En las iglesias nuevas conviene prever que la capilla del Santísimo esté cerca del presbiterio; si esto no fuera posible, es preferible poner el sagrario en el presbiterio, suficientemente alto, en el centro del ábside, o bien en otro punto donde resulte bien visible. Todos estos detalles ayudan a dar dignidad al sagrario, cuyo aspecto artístico también debe cuidarse. Obviamente, se ha tener en cuenta lo que dice a este respecto la Ordenación General del Misal Romano.[197] En todo caso, el juicio último en esta materia corresponde al Obispo diocesano.

lunes, 12 de abril de 2010

La pasión del Papa Benedicto XVI


Desde que Joseph Ratzinger se asomó al balcón vaticano y se presentó como Benedicto XVI, ha sido atacado desde afuera y desde algunos sectores internos de la Iglesia. Y es que desde su primer día como Papa, se le auzó de tradicionalista y retrógrado, y desde ese momento todo ha sido producto de una campaña sucia por intentar manchar su nombre.

Al respecto, Sandro Magister, del diario Italiano "L'espresso, escribe un interesante artículo sobre los distintos ataques que ha sufrido el Santo Padre. No es lo usual en este blog copiar de otros sitios de intenet información, sin embargo en este caso vale la pena la excepción:

La pasión del Papa Benedicto. Seis acusaciones, una pregunta

La pedofilia es solamente la última de las armas apuntadas contra Joseph Ratzinger. Y cada vez él es atacado donde más ejercita su rol de guía. Uno por uno, los puntos críticos de este pontificado

ROMA, 7 de abril de 2010 – El ataque que golpea al Papa Joseph Ratzinger con el arma del escándalo, ofrecido por sacerdotes de su Iglesia, es una constante de este pontificado.

Es una constante porque una y otra vez, en un terreno diferente, se golpea en Benedicto XVI justamente al hombre que ha obrado y obra, en ese mismo terreno, con más clarividencia, con más determinación y con más fruto.

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La tempestad que siguió a su exposición en Ratisbona, el 12 de diciembre de 2006, ha sido la primera de la serie. Se acusó a Benedicto XVI de ser enemigo del Islam y un partidario incendiario del desencuentro entre las civilizaciones. Justamente a él que con una lucidez y un coraje único había desvelado donde se fundamenta la raíz última de la violencia, en una idea de Dios mutilada por la racionalidad, y luego había dicho también cómo vencerla.

Las agresiones e inclusive los asesinatos que siguieron a sus palabras confirmaron dolorosamente la probidad de sus palabras. Pero que él había dado en el blanco ha sido confirmado sobre todo por los pasos de diálogo entre la Iglesia Católica y el Islam que se registraron a continuación – no contra, sino gracias a la exposición de Ratisbona –, de los cuales la carta al Papa de 138 sabios musulmanes y la visita a la Mezquita Azul de Estambul han sido los signos más evidentes y prometedores.

Con Benedicto XVI, el diálogo entre el cristianismo y el Islam, al igual que con las otras religiones, avanza hoy con una conciencia más nítida sobre lo que distingue - la fuerza de la fe - y sobre lo que puede unir - la ley natural escrita por Dios en el corazón de cada hombre.

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Una segunda oleada de acusaciones contra el Papa Benedicto lo presenta como un enemigo de la razón moderna, y en particular de su suprema expresión: la ciencia. La cima de esta campaña hostil fue alcanzada en enero de 2008, cuando los profesores obligaron al Papa a cancelar una visita a la principal universidad de su diócesis: la Universidad de Roma "La Sapienza".

Sin embargo – como antes en Ratisbona y luego en París, en el Collège des Bernardins el 12 de setiembre de 2008 – el discurso que el Papa intentó dirigir a la Universidad de Roma era una formidable defensa del nexo indisoluble entre fe y razón, entre verdad y libertad: "No vengo a imponer la fe, sino a alentar la valentía por la verdad".

La paradoja es que Benedicto XV es un gran "iluminista" en una época en la que la verdad tiene pocos defensores y la duda hace de patrón de ella, hasta pretender quitarle la palabra.

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Una tercera acusación arrojada sistemáticamente contra Benedicto XVI es la de ser un tradicionalista replegado en el pasado, enemigo de las novedades aportadas por el Concilio Vaticano II.

Su discurso a la curia romana, el 22 de diciembre de 2005, sobre la interpretación del Concilio y luego, en el 2007, la liberalización del rito antiguo de la Misa serían las pruebas con las que cuentan sus acusadores.

En realidad, la Tradición a la que Benedicto XVI es fiel es la de la gran historia de la Iglesia, desde los orígenes hasta hoy, lo cual no tiene nada que ver con una formalista adhesión al pasado. En el citado discurso a la curia, para ejemplificar la "reforma en la continuidad" representada por el Vaticano II, el Papa ha planteado la cuestión de la libertad religiosa. Para afirmarla en modo pleno – ha explicado – el Concilio ha debido retornar a los orígenes de la Iglesia, a los primeros mártires, a ese "patrimonio profundo" de la Tradición cristiana que se había extraviado en los siglos más recientes y que ha sido reencontrada también gracias a la crítica de la razón iluminista.

En cuanto a la liturgia, si hay un auténtico continuador del gran movimiento litúrgico que floreció en la Iglesia entre el siglo XIX y el siglo XX, desde Prosper Guéranger a Romano Guardini, éste es precisamente Ratzinger.

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Un cuarto terreno de ataque es contiguo al anterior. Se acusa a Benedicto XVI de haber ahondado el ecumenismo, de anteponer el abrazo con los lefebvrianos al diálogo con las otras confesiones cristianas.

Pero los hechos dicen lo contrario. Desde el momento que Ratzinger es Papa, el camino de reconciliación con las Iglesias de Oriente ha dado pasos extraordinarios hacia adelante, tanto con las Iglesias bizantinas que tienen como cabeza al patriarcado ecuménico de Constantinopla, como – es la novedad más sorprendente – con el patriarcado de Moscú.

Y si ha acontecido esto, es precisamente por la reavivada fidelidad a la gran Tradición – comenzando por la del primer milenio – que distingue a este Papa, más del alma de las Iglesias de Oriente.

Sobre la vertiente de Occidente, es también el amor de la Tradición lo que impulsa a personas y grupos de la Comunión Anglicana a solicitar el ingreso a la Iglesia de Roma.

Respecto a los lefebvrianos, lo que obstaculiza su reingreso a la Iglesia es justamente su estar atados a formas pasadas de Iglesia y de doctrina erróneamente identificadas con la Tradición perenne. La revocación de la excomunión a sus cuatro obispos, en enero de 2009, no ha modificado en nada el estado de cisma en el cual ellos permanecen, de la misma manera que la revocación en 1964 de las excomuniones entre Roma y Constantinopla no ha sanado el cisma entre Oriente y Occidente, pero ha posibilitado un diálogo que culmina en la unidad.

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Entre los cuatro obispos lefebvristas a los que Benedicto XVI ha revocado la excomunión estaba el inglés Richard Williamson, antisemita y negador del Shoah [Holocausto]. En el rito antiguo permitido, hay una oración para que los judíos "reconozcan a Jesucristo salvador de todos los hombres".

Estos y otros hechos han contribuido a alimentar una persistente protesta del mundo judío contra el actual Papa, con notables aristas de radicalidad. Y un quinto terreno de acusación.

La última arma de esta protesta ha sido un pasaje del sermón pronunciado en la basílica de San Pedro, el Viernes Santo en presencia del Papa, por el predicador de la casa pontificia, el padre Raniero Cantalamessa. El pasaje cuestionado era una cita de una carta escrita por un judío, pero no obstante esto la polémica se ha orientado exclusivamente contra el Papa.

Ahora bien, nada es más contradictorio que acusar a Benedicto XVI de enemistad con los judíos.

Porque ningún otro Papa, antes que él, se ha esforzado tanto en avanzar para definir una visión positiva del vínculo entre cristianismo y judaísmo, quedando en pie la división capital sobre el reconocimiento o no de Jesús como Hijo de Dios. En el primer tomo de su "Jesús de Nazaret", publicado en el 2007 – y próximo a ser completado por el segundo tomo –, Benedicto XVI ha redactado a propósito de ello páginas luminosas, en diálogo con un rabino americano que todavía vive.

Y numerosos judíos ven efectivamente en Ratzinger a un amigo. Pero en los medios de comunicación internacionales hay otra cosa. Allí está casi solitario el "fuego amigo" que resuena estruendosamente, por parte de judíos que golpean al Papa que más los comprende y los ama.

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Por último, una sexta pieza acusatoria – actualísima – contra Ratzinger es de haber "encubierto" el escándalo de los sacerdotes que han abusado sexualmente de niños.

También aquí la acusación atropella justamente al hombre que ha hecho más que nadie, en la jerarquía de la Iglesia, para sanar este escándalo.

Con efectos positivos que aquí y allá ya se pueden mensurar. En particular en Estados Unidos, donde la incidencia del fenómeno entre el clero católico ha disminuido netamente en los últimos años.

Pero allí donde, como en Irlanda, la llaga está todavía abierta, siempre ha sido Benedicto XVI quien impuso a la Iglesia de ese país ponerse en estado penitencial, a lo largo de un severo camino trazado por él en una carta pastoral del 19 de marzo pasado que no tiene precedentes.

De hecho, la campaña internacional contra la pedofilia tiene hoy un único y verdadero blanco: el Papa. Los casos descubiertos del pasado son en cada momento los que se calcula pueden ser utilizados en contra de él, tanto cuando era arzobispo de Munich, como cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, más el apéndice de Ratisbona, durante los años en que el hermano del Papa, Georg, dirigía el coro de niños de la catedral.

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Los seis campos de acusación contra Benedicto XVI, hasta aquí mencionados, plantean una pregunta.

¿Por qué este Papa es atacado de este modo, desde afuera de la Iglesia pero también desde adentro, a pesar de su evidente inocencia respecto a las acusaciones?

Un principio de respuesta es que él es atacado sistemáticamente precisamente por lo que hace, por lo que dice, por lo que es.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Muceta Blanca, signo de resurrección


Nos acercamos a la Semana Mayor, a la Semana Santa, para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Existe un símbolo papal, que Benedicto XVI ha utilizado en continuidad con la Tradición de la Iglesia, y que la muceta y la estola blanca en el Tiempo de Pascua. Así que a partir del Domingo de Resurrección será común ver a Papa no con la clásica muceta y estola rojas, sino con muceta y estola Blanca. Un bonito símbolo papal que nos recuerda el tiempo más importante del Año Liturgico. Les dejo una foto que ilustra lo anterior.

martes, 16 de febrero de 2010

Irrespeto a la Santa Eucaristía

Hoy quisiera compartir este video el cual demuestra el grado de irrespeto a la Santa Eucaristía. No voy a comentar mucho, el video lo dice todo. Ocurrió en la Catedral Metropolitana de San José Costa Rica, el pasado 7 de febrero día de la elecciones nacionales. La protagonista: Deborah Formal, "novia" de uno de los candidatos a la Presidencia de la República. Es necesario aclarar que su novio el candidato es divorciado y por ende no puede comulgar, y esa fue la justificación que ella utilizó para hacer lo que hizo. Esto debería llamarnos a la reflexión e incluso nos hace preguntarnos si no debería volverse a la práctica de comulgar de rodillas y en la boca.

Que si me entristece? Por supuesto, primero como cristiano y segundo como hijo de este País donde el catolicismo de nuestros abuelos jamás hubiese imaginado semejante irrespeto. No más palabras, las imágenes hablan por si solas:

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